Por Iván Cabrera Cartaya
LA PUERTA DEL JARDÍN
Aquí toco el metal
aciago de la sangre.
Aquí dejo de ser mi nombre
y me enfrento a un cauce transparente.
Aquí mi ruina
es plena primavera.
Sé que soy y no soy
el que ahora deshoja
la flores del sentido,
la ácida luz de abril,
crepitación de la adelfa,
abolición del magnolio.
SOL de la noche,
claridad de lo oscuro,
me perdí en tus jardines.
He vagado en la sombra
llevado por la mano de otra sombra,
y allí me desnudé.
Las imágenes no son claras:
no no vi mi comercio con el alma.
Compré y vendí lo incalculable.
Luna de ébano,
pétalo inaccesible,
ya no me desampares.
Ando ciego entre flores clandestinas,
tentado por la mantis
de una fiebre de espuma.
Díganme dónde acaba este jardín,
dónde está mi descanso y pueda
besar los párpados que busco.
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José Mario Domínguez Jorge (martes, 05 agosto 2014 20:09)
Aquí muestras tu modestia al decir que crees que los versos no tienen calidad. Lo que hay que hacer es mostrar tu inmodestia y tú sentido de la lógica, encamidas a ser generoso contigo mismo. Los versos a mi, me han encantado. Sinceramente.
Alberto (jueves, 11 junio 2015 02:50)
¡Esto es magnífico!:
He vagado en la sombra
llevado por la mano de otra sombra,
y allí me desnudé.